viernes, 11 de febrero de 2011

En muchos países el futbol no sólo es un deporte, sino una forma de vida. Además de ser un deporte popular, para muchos jóvenes de las regiones más pobres del mundo es la única manera de aspirar a una vida mejor.

La porra es una de las partes importantes dentro del mundo del futbol; son las que hicieron grandes a los equipos y mantuvieron vivo el negocio del deporte, cuando todavía no se lograban los grandes acuerdos comerciales y de transmisión televisiva de los encuentros. Pero las porras (como se le conocen en México), siguieron un camino distinto al que tenían en un principio y que hizo grande la afición a este deporte.

Hace aproximadamente cuatro años, en México comenzó un fenómeno que hasta ese entonces era exclusivo de Europa y Sudamérica: las barras bravas o grupos de animación que se concentran en ciertos lugares establecidos de un estadio de futbol y se distinguen por los cánticos y la violencia.

Las barras bravas tienen su antecedente en Alemania e Inglaterra, siendo los más famosos los Hooligans: grupos de jóvenes que bebían de más, antes de entrar y dentro de los estadios. Sus cánticos estaban basados en pensamientos bélicos y racistas, de manera que el futbol fue el pretexto para expulsar la violencia y el resentimiento social. En realidad no eran verdaderos aficionados al futbol.

No hay comentarios:

Publicar un comentario